viernes, 15 de julio de 2011

Harry Potter y las Reliquias de la Muerte: Parte II (Harry Potter and the Deathly Hallows: Part II)

Año: 2011
Género: Fantasía.
País: Estados Unidos - Inglaterra.
Duración: 130 minutos.
Dirección: David Yates.
Intérpretes:
Daniel Radcliffe, Emma Watson, Rupert Grint, Michael Gambon, Helena Bonham Carter, Alan Rickman, Ralph Fiennes, Tom Felton, John Hurt, Brendan Gleeson, David Thewlis, Julie Andrews, Evanna Lynch, Rhys Ifans, Imelda Staunton, Warwick Davis.

"Harry, Hermione y Ron deberán encontrar la forma de recuperar la espada de Gryffindor que les permitirá destruir los últimos horrocruxes que aún no han encontrado. Mientras tanto Lord Voldemort cada día está más cerca de apoderarse por completo de Hogwarts y de conseguir su objetivo: matar a Harry Potter."

Todo viaje tiene un final, y para la mágica saga de Harry Potter, eso significa un camino que duró diez años (fílmicamente hablando) y ocho películas, contando la ingeniosa decisión de dividir el último libro en dos estupendas partes; si en un principio se vio este movimiento como una acción totalmente lucrativa, una vez vistos las dos películas uno entiende fácilmente el porqué: en cuatro horas y media lograron reconstruir un 95%  del perfecto final de la saga, dejando de lado unos pequeños toques que no le restan importancia al estruendoso y bello cierre a las aventuras de Harry, Ron y Hermione.

Si la Parte I de Las Reliquias de la Muerte tenía un ritmo más pausado e iba construyendo la trama poco a poco, en Parte II ya no tenemos eso: las dos horas de película apenas se sienten porque, en definitiva, es una montaña rusa que sólo se detiene para que uno respire y siga gozando con la culminante batalla final en Hogwarts. No miento al decir que todo sucede muy rápido y cuando uno menos se lo espera, el trío (luego de un paseo a lomos de un dragón tras recuperar otro Horrocrux) ya está en el castillo, avisando a todo el mundo del inminente ataque final de Voldemort. Este evento apresurado ocurre porque las cartas ya estaban en la mesa en Parte I, y en parte II es hora de que todos los jugadores jueguen su mano; no hay tiempo que perder, y acá el tiempo es oro (o la sangre de sus seres más queridos…) El sentimiento de urgencia nunca se sintió… bueno, más urgente, en toda la saga.

Durante este grandilocuente final, es encomiable cómo todos aquellos personajes que durante los siete libros y películas tuvieron sus quince minutos estelares vuelvan para, como decirlo, redimirse de alguna manera, mostrar que todos están presentes en el combate final: ver rostros conocidos por doquier, luchando por sus vidas contra los Mortífagos es estupendamente satisfactorio. En los momentos previos a la batalla, y durante, se nota que el guión de Steven Kloves (una vez más) cambió los destinos finales de algunos de estos personajes secundarios, mientras que agrada el hecho que las precisas de la profesora McGonagall, la Sra. Weasley y Neville Longbottom sean un calco a sus congéneres de tinta y papel: sencillamente, son los favoritos del público y se nota, ya que la sala entera aplaudió con entusiasmo cada una de estas escenas.

¿Tengo que remarcar que el elenco está estupendo? No, no creo. Absolutamente todos siguen los esquemas que vienen planteando película a película, agregando el tono extremadamente oscuro de la recta final. Eso sí, vale destacar que, del trío, Emma Watson es la única que se le siente que su papel lo está haciendo de corazón y te hace sentir que el alma se te retuerce adentro y Alan Rickman, bueno, si no se gana una nominación de cajón a los Oscars hay que prender fuego a la industria de cabo a rabo, porque sería una fatal injusticia.

A riesgo de recibir dardos desde todos lados, voy a admitir que David Yates se hizo cargo del peso de la mitad de la saga en adelante, la parte más difícil, y me resulta mucho mejor director que Cuarón. Ojo, sigo amando El Prisionero de Azkaban, pero no creo que la visión del mexicano hubiese funcionado al final de la saga. Yates le devolvió ese estilo que comenzó Chris Columbus en las primeras películas y sentó precedentes. 

Admiro también lo sombrío que se volvió en esta última entrega: hay más sangre que en todas las películas de la saga juntas, y no sólo eso, sino que algunas escenas son condenadamente brutales; aparte, demuestra que es un fanático de la saga y no lo hizo sólo por la plata: cada escena, cada criatura, cada hechizo, todo el libro está en la película, y los efectos visuales no hacen más que complementar la narrativa de Yates, con la misma excelencia desde la primera película. La música de Alexandre Desplat es un punto y aparte: si John Williams inmortalizó a Harry Potter con su Hedwig’s Theme, la saga termina en una nota altísima también con el Lily’s Theme, una melancólica melodía que se deja escuchar al inicio del film y durante los momentos más desgarradores, que merecen atención para impactar más hondo en el espectador.

El final de Harry Potter es, al mismo tiempo, el término de un momento mágico en la vida de varios jóvenes que, como Harry, Ron y Hermione, comenzaron esta aventura con unos dulces e inocentes 11 años, y terminan hoy día con 21 años, unos largos 10 años en los que, me incluyo, aprendimos un montón de cosas, valores como la amistad, el amor y el entendimiento hacia la muerte. Es difícil dejar una etapa atrás, pero con un gran cierre de por medio, creo que podemos cerrar fácilmente el último capítulo de esta maravillosa historia... y abrir el primer libro una vez más, reviviendo una de las sagas más importantes de la literatura contemporánea. Harry Potter, ¡te vamos a extrañar!


Calificación: A

miércoles, 13 de julio de 2011

X-Men: Primera Generación (X-Men: First Class)

Año: 2011
Género:. Ciencia Ficción.
País: Estados Unidos.
Duración: 132 minutos.
Dirección: Matthew Vaughn.
Intérpretes: James McAvoy, Michael Fassbender, Kevin Bacon, Rose Byrne, Jennifer Lawrence, January Jones, Nicholas Hoult, Lucas Till, Caleb Landry Jones, Zoe Kravitz, Oliver Platt, Jason Flemying.

"Antes de Charles Xavier y Erik Lensherr se convirtieran en Profesor X y Magneto eran simplemente dos jóvenes descubriendo sus poderes por primera vez. 
 Antes de que fueran enemigos acérrimos, eran amigos cercanos y trabajaban juntos, junto a otros mutantes para detener la mayor amenaza que el mundo haya conocido. En el proceso, una grieta entre ellos los separó dando comienzo a la guerra eterna entre la Hermandad de Magneto y el Profesor X de X-Men."

 Luego de la ignorada X-Men Origins: Wolverine, creía que la saga de los mutantes iba a caer poco a poco en el ostracismo o, a lo sumo, seguir lucrando por el lado de la acción con Wolverine al frente. Entró Mathew Vaughn y cambió toda la ecuación: el que iba a ser alguna vez el director de la, para muchos, fatídica tercera entrega de la saga original vino co nun plan bajo el brazo, los de la Fox lo aceptaron y el resultado es X-Men: First Class, un evento cinematográfico que exhonera a la saga completamente y, básicamente, la eleva al nivel de la primera aparición de los mutantes.

 Vaughn me daba miedo después de salir de la locura de Kick-Ass, porque si bien la película era interesante, temía que tomara el mismo tono irónico para la saga amutante, cosa que no hizo. El director, sabiendo lo que falta en el medio, dotó a First Class con una cota elevada de profundidad en los personajes antes que acción a raudales; escenas de acción hay, pero son pocas y muy bien aderezadas durante el metraje. No creo que nadie se sienta decepcionado por la falta de contiendas, sino que se van a sentir felices de el desarrollo de los personajes hace que uno se proecupe por ellos durante las peleas.

Conocer a los personajes y saber lo que los hace humanos y a la vez mutantes es lo que uno quiere ver en la pantalla, y por eso resultan tan excluyentes las actuaciones de James McAvoy y Michael Fassbender como Charles Xavier y Eric Lensherr respectivamente: el primero nos deja ver un costado más carismático del Profesor X, algo que nunca pensamos, mientras que Fassbender, el creciente alza en Hollywood, deja entrever la humanidad latente dentro del impenetrable mutante. A su alrededor, la joven Jennifer Lawrence es Mystique, quien sigue probando que hay que tenerle respeto al talento de la hermosa actriz; el resurrecto Kevin Bacon, quien compone a un villano más que correcto; otra ascendente, Rose Byrne, cumple en su papel; la hermosa January Jones es tan fría como el diamante y, aunque desentona un poco, no queda tan mal; hay una gran cantidad de personajes y pequeñas actuaciones, todas muy bien logradas, aunque el reciente Caleb Landry Jones (visto último en El Último Exorcismo) resulta el más destacado entre los jóvenes nuevos mutantes (¡ojo al piojo con la hija de Lenny Kravitz!)

 Amén de un craso error geográfico cometido en Argentina (Villa Gessell no es un pueblo en las alturas, sino un pueblo costero), la ambientación de la película está muy bien conseguida: la trama transcurre en los años '60, durante la crisis de misiles de Cuba, y el conflicto bélico internacional está totalmente amoldado a la historia de los mutantes, además de que las escenografías, el vestuario y la música, todos funcionan armoniosamente combinados para dejar bien en claro en qué época se encuentra la trama; el momento clave de esta combinación es el reclutamiento de mutantes, una escena maravillosa (cameo sorpresa de por medio) que, junto al entrenamiento mutante, son las dos escenas que más rescato de la película por dejarte una sensación de felicidad en el alma.

Antes destacaba que hay pocas escenas de acción, pero bien conducidas; en ellas, Matthew Vaughn le puso todo el empeño y uso de los efectos computarizados y las escenas lucen fascinantes, en especial el clímax en la costa de Cuba, con el alzamiento del submarino y los misiles en el aire y todo. Hay algunas cositas que no cierran, como el maquillaje del joven Bestia, que luce un poco 'raro', pero por lo demás, el demonio rojo Azazel se ve escalofriante, y la Mystique azul que todos conocemos es igual que siempre.
 La música incidental es algo que estaco siempre, y me sorprendió el manejo de las partituras del desconocido para mí Henry Jackman (¿Será algo de Hugh? ¿Hubo nepotismo acá?) que le pegó al clavo, redondeando la trama mutante soberbiamente.

He vuelto a encontrar el amor por los mutantes que creí perdido años atrás; X- Men First Class me volvió a abrir los ojos y acaba de dejar el listón bastante alto para (si Dior quiere) futuras secuelas a esta maravillosa precuela. Ojalá sigan el camino que han sabido pavimentar en esta entrega en los próximos años...


Calificación: A

lunes, 11 de julio de 2011

Transformers: El Lado Oscuro de la Luna (Transformers: Dark of the Moon)

Año: 2011
Género: Acción.
País: Estados Unidos.
Duración: 157 minutos.
Dirección: Michael Bay.
Intérpretes: Shia LaBeouf, Rosie Huntington-Whiteley, Josh Duhamel, Tyrese Gibson, John Turturro, Patrick Dempsey, Frances McDormand, John Malkovich.

"Cuando un misterioso evento del pasado de la Tierra resurge en pleno presente, los Autobots necesitarán más que la ayuda del joven Sam Witwicky para desbaratar una guerra tan grande que amenaza con hacer sucumbir al planeta entero."

Digan lo que digan, Michael Bay es una persona que puede aprender de sus errores; tras la abominable Revenge of the Fallen, Bay ha aceptado todas las críticas constructivas (la millonada que hizo la película nunca está de más...) y, mal que mal, ha evolucionado. Transfomers 3 sigue teniendo los mismos problemas y aciertos que sus predecesoras, pero algo ha cambiado, y si bien las escenas de acción han sido elevadas y el simple calificativo impresionante se queda corto, el sector comedia, que tan apabullante resultó en la anterior entrega, ha mermado lo suficiente como para que la película sea una de acción y no una comedia de alto caché.

Podemos comenzar diciendo que la promocionada cruza entre historia americana y ficción se logran perfectamente en la introducción de la película, en la cual la historia del Apollo XI y la dle planeta Cybertron se mezclan convincentemente para lograr un prólogo lleno de misterio, que sirve como plato principal antes de que los títulos mecanizados den lugar al primoroso trasero de la fémina de turno, Rose Huntington-Whiteley: Michael, se nota, no pierde las costumbres jamás.
 Y es que Michael podrá haber subsanado los errores guionados de la anterior entrega, pero igualmente, su escritor estrella Ehren Kruger ha sido atenuado casi completamente, pero todavía deja entrever que todavían le fallan algunos tornillos; basta ver entonces la ridícula escena del insufrible Ken Jeong, al que le siguen inflando los humos de comediante cuando es paupérrimo, y aporta poco y nada al enrevesado esquema de esta nueva entrega.

Lo que se proponía como un gran guión alejado un poco de los lugares comunes de las anteriores dos cae a medio camino entre lo gracioso (por suert, dejamos un poco de lado lo patético) y lo serio de la inminente invasión cibertrónica que sobrevuela la ciudad de Detroit, en este caso, además de extenderse por unas largas y, en momentos, cansinas dos horas y media de metraje, de las cuales los últimos 45 minutos son los que brillan con verdadero fulgor.
 Puede que tome un poco de tiempo desarrollar a los personajes, pero a la gran mayoría ya los conocemos y sabemos su historia, y los nuevos apenas se esfuerzan por encajar lo mejor posible, a veces sin mayor repercusión: desde la extraña adición del talentoso John Malkovich en lo que se podría describir como un cameo gracioso, pasando por el curioso Alan Tudyk y su Dutch y el porte de Patrick Dempsey, hasta llegar a la imperiosa Charlotte Mearing de Frances McDormand (que extraña sus gloriosos días en Fargo), no hay mucho que se puede decir de ellos además de acotar que están más que controlados en sus roles secundarios.

 Vale destacar el mayor cambio en esta entrega, y es el enroque de Megan Fox por la escultural Rosie Huntington-Whiteley: a favor de ella hay que decir que se la nota con más química hacia Shia LaBeouf (quién ha subido un escalafón más con las dramáticas escenas que intepreta aquí) que la susodicha Fox; aunque no podemos hablar de una química absoluta, sí el papel de Rosie tiene tintes más relevantes que la casi sin mencionar Mikaela Banes, y le otorga la cualidad de 'damisela en peligro' que el personaje de Megan Fox casi no tuvo.

Si hasta ahora veníamos con claroscuros con respecto a la trama, el guión y el elenco, el punto que hace que (casi) olvidemos todo lo demás es la acción: digan lo que digan, Michael Fox está en plena forma y creo que nunca el choque de chatarra contra más chatarra lució tan bien en pantalla, y eso que es todo en 3D, lo cual generaría más confusión en la cabeza del espectador. Una vez que el grupo comando llega a la ciudad en plena destrucció masiva, la acción no da tregua y no se detiene nunca. Exceptuando algunas licencias en el guión (algunos momentos pecan de demasiada coincidencia) el ida y vuelta entre los Autobots y los Decepticons son geniales, no son (tan) confusos como antes y tienen la suficiente acción para dejar pasmados a más de uno en sus butacas.

Tenía mis dudas con respecto al 3D, pero Bay lo ha integrado perfectamente a la película y si bien están los momentos en los que los objetos vuelan a la cara del espectador, son más bien pocos y el enfoque está dado en la profundidad de los detalles de la batalla, y los escenarios, que lucen los efectos computarizados con un realismo pasmoso.

No tan satisfactoria como la primera entrega, pero definitivamente superior a la segunda, Transformers 3 es puro gozo visual, un desperdicio absoluto de neuronas que posiciona nuevamente a Michael Bay como uno de los directores que más sabe en lo que se refiere a cine pochoclero. Dos pulgares arriba por el magnífico uso correcto del 3D.


Calificación: B+